La Iglesia celebra el día de Pentecostés el domingo 8 de junio, Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar
- ‘Testigos de esperanza en el mundo’ es el lema que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año, enmarcada dentro del Año jubilar 2025
-En la solemnidad de Pentecostés, recordamos la venida del Espíritu Santo y celebramos el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Este año lo hacemos en el contexto del año jubilar. ¿Cómo va a ser la celebración en nuestra diócesis?
Este año, la solemnidad de Pentecostés se encuentra enmarcada por el Jubileo 2025. Este acontecimiento nos puede ayudar a vivir con más intensidad lo que significa para nosotros, los laicos, el apostolado seglar y la importancia de las asociaciones y movimientos para nuestra Iglesia, en comunión con la Iglesia Universal que celebra este fin de semana el Jubileo de los Movimientos y Asociaciones en Roma.
La celebración diocesana será el 8 de junio y tendrá un carácter jubilar, por lo que nos reuniremos previamente, a las 11:30 horas, en la Plaza de la Almoina para dirigirnos después juntos en peregrinación a la S.I. Catedral, donde se celebrará la Eucaristía de Pentecostés, presidida por nuestro arzobispo.
En la Bula de convocación del Jubileo, el Papa Francisco nos recordaba que: “La vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús. No es casual que la peregrinación exprese un elemento fundamental de todo acontecimiento jubilar. Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida”. (SNC 5)
En ese caminar juntos que realizaremos, Pentecostés debe recordarnos la responsabilidad que tenemos los laicos dentro y fuera de la Iglesia.
– El lema de este año es ‘Testigos de la esperanza por el mundo’. ¿Qué se quiere destacar con él? ¿Cómo los laicos pueden hoy llevar la esperanza?
El papa Francisco nos invitaba, en este Jubileo, a hacer una mirada a nuestro mundo, pero una mirada esperanzada: «es necesario poner la atención en todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia» (SNC 7).
El Jubileo nos llama a ser verdaderos “Peregrinos de Esperanza”, y este Pentecostés puede ser una oportunidad de reconocer, valorar y agradecer los diferentes carismas que el Espíritu Santo hace brotar en los laicos, que “son simplemente la mayoría del Pueblo de Dios” (EG 102), y cómo podemos hacerlos presentes en el mundo, en las realidades que a los laicos nos son propias y en las que nos hacemos presentes día a día: la familia, el trabajo, el ocio.
Nos recuerda la Bula de convocación que el mundo está sumergido en la tragedia de las guerras, que son muchos los jóvenes que viven sin esperanza, sin encontrar sentido a su vida, muchas las personas en condiciones de penuria, presas, vacías en su vida afectiva, que sufren solas, enfermas, la ausencia de medidas sociales adecuadas que protejan a los desfavorecido, la trata de personas, el drama de los migrantes, personas que salen de su tierra huyendo del hambre, la miseria o la violencia y sólo encuentran rechazo y discriminación…
Sin embargo, también son muchas las personas que siguen creyendo en la paz, que trabajan por la paz, personas que dedican su tiempo a los que están privados de libertad, voluntarios que acompañan, que reclaman condiciones dignas para las personas reclusas, que haya respeto a los derechos humanos, que cuidan a los enfermos, que viven dando esperanza, dando afecto, generando gratitud.
Todas las situaciones dramáticas que encontramos a nuestro alrededor son una oportunidad para el amor, la entrega, el cuidado, la denuncia, el cambio. En definitiva, para llevar Esperanza al mundo, y esto es lo que queremos destacar con el lema de este año.
– Hoy los laicos están llamados a estar en movimiento, a estar activos tanto en la realidad cotidiana, en el mundo como en la Iglesia. ¿Cómo tienen que vivir en el mundo? ¿Qué papel tienen en la Iglesia?
Como cristianos en el mundo, tenemos que vivir como cualquier otra persona, atentos a la realidad que nos rodea, dispuestos a dar un testimonio personal sincero, humilde, valiente, comprometido, desde una vida acorde con el Evangelio.
Anunciar el Evangelio con valentía cuando sea necesario; estar presentes en la vida pública, en lo cotidiano, en lo social, en los ambientes en los que los laicos nos desenvolvemos: familia, trabajo, ocio, política…
En la Iglesia, por el Bautismo, el lugar de los laicos es de total protagonismo, es el mismo que tienen los sacerdotes y las personas con especial consagración. Todos los que formamos la Iglesia tenemos la misma misión, la evangelización, sólo que la llevamos a cabo de distinta manera, cada uno según su vocación.
La Iglesia es responsabilidad de todos los bautizados, no sólo de sacerdotes y consagrados. Los laicos tenemos que llevar adelante nuestra misión, siempre junto a nuestros pastores, pero ni subordinados ni enfrentados, sino siempre en comunión.
– El papa León XIV ha animado a la Iglesia a la unidad y a la misión. ¿Cómo recibe el laicado este impulso? ¿Por qué es importante la unidad y la misión?
El Papa hizo esta llamada en la homilía de inicio de su pontificado: “Quisiera que éste fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad.”
Acogemos con alegría y esperanza este deseo de nuestro Pastor. Llevar adelante esta llamada ha sido unos de los motivos que nos han impulsado a celebrar este Jubileo del Apostolado Seglar, Movimientos y Asociaciones el día de Pentecostés.
La unidad y la misión son fundamentales porque representan lo que es ser Iglesia. La Iglesia es una y la misión es la misma para todos, aunque se realice con distintas vocaciones.
Desde esa unidad, el papa León XIV, desde el principio de su pontificado, ha recogido la misión, el legado recibido del papa Francisco y de sus predecesores. El Papa, como no puede ser de otra forma, la llevará a cabo con su estilo, con sus palabras y gestos, pero con fidelidad a Cristo, dando continuidad a los procesos que el Papa Francisco inició y que continúan abiertos: el reconocimiento explícito de que la Doctrina Social de la Iglesia, que sigue siendo una esperanza para el mundo empobrecido; la necesidad de buscar la paz; la centralidad del amor de Dios a todos; que todos juntos seamos una Iglesia sinodal en misión, una Iglesia en salida que construya puentes con diálogo, que esté siempre abierta a los demás.
Esto es motivo de alegría, motivación y esperanza para toda la Iglesia. Y todo ello requiere especialmente de unidad, de ahí la necesidad de recordar y resaltar la importancia de la unidad para lleva adelante la misión que Cristo nos encomendó.
– En la diócesis de Valencia, ¿qué papel tienen los laicos y presencia en la vida de la Iglesia?
– Como decía anteriormente, la Iglesia es responsabilidad de todos los bautizados, no sólo de sacerdotes y consagrados. Los laicos debemos caminar siempre junto a nuestros pastores, ni subordinados ni enfrentados, siempre en comunión.
Así es como intentamos caminar en la diócesis de Valencia. Y se hace tanto a nivel parroquial como diocesano, ya sea desde la organización más puramente administrativa, como desde la formación y el trabajo en la toma de decisiones. Cada vez más esta presencia es real, por ejemplo a través de los diferentes Consejos de Pastoral, Economía, Delegaciones…
Es necesario que los laicos, formándonos, descubramos nuestra propia vocación, la que nos viene dada por el Bautismo. Que nuestro compromiso en la Iglesia no sea una colaboración, que sea verdadera asunción de responsabilidades, cada uno según sus talentos y disponibilidad.
MENSAJE DE LOS OBISPOS
Para esta Jornada los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida hacen público un mensaje en el que explican que este año se celebra Pentecostés en el contexto del año jubilar, «en el que escuchamos una fuerte interpelación a cultivar la virtud teologal de la esperanza, que, como nos dice san Pablo, encuentra su fundamento en el amor de Dios que se nos ha dado a través del Espíritu Santo». Por ello, recuerdan dos eventos importantes: el Sínodo sobre la Sinodalidad y el Congreso de Vocaciones, que se celebró el pasado mes de febrero, «como expresión de la comunión eclesial, son signos de esperanza para nuestra Iglesia que anhela seguir haciendo camino, subrayando la diversidad de vocaciones para la misión evangelizadora. La vocación de la Iglesia es la misión, el anuncio explícito de Jesucristo con palabras y con obras».
La Iglesia, especialmente en este año jubilar, «tiene que perder el miedo a salir a la intemperie y habitar en las periferias geográficas y existenciales, donde quizás hay vientos y borrascas pero contamos con el ancla seguro, que es Jesucristo».