Compartimos hoy un artículo del párroco y voluntario del Centro de Escucha diocesano de Benissa
La muerte del padre Matteo Balzano no es solo una tragedia personal. Es una llamada a mirar con hondura el corazón de quienes consagran su vida a Dios. ¿Quién sostiene al que sostiene? ¿Quién escucha al que acompaña? ¿Qué espacios reales de cuidado emocional y espiritual existen en nuestras comunidades?
Desde la psicología humanista y el counselling se hace urgente una reflexión sobre el acompañamiento de los consagrados. La vocación no inmuniza contra la soledad o el sufrimiento. La consagración no elimina lo humano; lo redime desde dentro. Pero para ello es necesario un entorno que acoja, que escuche, que sostenga.
- La fragilidad no contradice la vocación: la humaniza. En muchos ámbitos eclesiales persiste un ideal del sacerdote como figura invulnerable. Este modelo silencia el sufrimiento, lo disfraza con hiperactividad o una obediencia aislante. Pero una vocación madura parte del reconocimiento de la vulnerabilidad. Solo quien ha sido escuchado puede acompañar el dolor ajeno con autenticidad.
- La escucha empática: puente entre psicología y espiritualidad. El counselling ofrece un espacio libre de juicio donde el consagrado puede expresarse con sinceridad. La presencia de un psicólogo que conoce la vida religiosa actúa como puente entre el trabajo emocional y la pertenencia eclesial. A veces, el primer paso es simplemente poder hablar. Lo que no se nombra se enquista.
- El clero y la trampa de la soledad. Muchos sacerdotes viven aislados o sin vínculos profundos. La rutina litúrgica sin afecto, la carga pastoral sin apoyo humano, pueden derivar en un malestar psicológico grave. “El ministerio deja de ser fuente de vida y se vuelve una cruz sin Cireneo”, afirma la psicóloga María Noel Firpo. La soledad no elegida es una carga muy pesada.
- Cambiar estructuras para sostener la esperanza. Es necesario revisar las estructuras de la vida consagrada y del ministerio ordenado. No basta con espacios normativos: hacen falta espacios preventivos y terapéuticos, donde discernir si lo que se vive es una noche oscura… o una depresión. El cuidado emocional debe ser parte del compromiso fraterno.
- Hacia una Iglesia que escuche y sostenga. El suicidio del padre Matteo es un grito. ¿Dónde estaba su comunidad? ¿Quién le escuchó? La Iglesia está llamada a hablar con naturalidad de salud mental y acompañamiento psicológico, no como algo opuesto a la fe, sino como expresión concreta del Evangelio. El consagrado también necesita sentirse amado y sostenido.
Conclusión: Escuchar el corazón del consagrado no es solo una tarea terapéutica: es una forma de vivir el Evangelio. Como Cristo, que se dejó cuidar y lloró con los suyos, también nuestros pastores y religiosos necesitan ser escuchados con afecto y esperanza.