1er DOMINGO de ADVIENTO  (Ciclo B) Par Año 2023-24

Sobre la vigilancia

Lectio Divina  Marcos  13, 33-37    3 de Diciembre 2023

 Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectio (Lectura) ¿Qué dice el texto?.
Clave de lectura:

En la liturgia del primer domingo de Adviento, la Iglesia nos pone delante una parte del discurso de Jesús sobre el fin del mundo. Adviento significa Venida. Es el tiempo de la preparación para la venida del Hijo del Hombre en nuestra vida. Jesús nos exhorta a estar vigilantes. Nos pide estar atentos a los sucesos para descubrir en ellos la hora de la venida del Hijo del Hombre.

En este principio del Adviento, es importante purificar la mirada y aprender de nuevo a leer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. Y esto, para no ser sorprendidos, porque Dios puede venir sin avisar, cuando menos lo esperamos. En el curso de la lectura del texto, prestaremos atención a las comparaciones de las que se sirve Jesús para trasmitir su mensaje.

Evangelio MARCOS 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».

Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Meditacio (Meditación) ¿Que nos dice el texto?

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué significado tiene para ti la vigilancia?
El Señor predice la ruina del templo y de la ciudad de Jerusalén, orgullo del pueblo elegido, símbolos
de la presencia de Dios. ¿Por qué Jesús predice su ruina?
El templo y la ciudad santa eran formas concretas de la alianza entre Dios y el Pueblo. Pero a ellos les
ha llegado la ruina. ¿Cuáles son nuestras formas concretas de alianza? ¿Crees que tendrán el mismo fin?
Jesús nos llama a sobrepasar las formas para acercarnos a Él. ¿Qué cosas, formas, signos, crees que el  Señor te pide que trasciendas para acercarte a Él?
¿Estás adormecido? ¿En qué?
¿Vives siempre a la espera del Señor que viene? ¿Es el Adviento una ocasión para ti, que te recuerda el elemento vigilancia en la vida cristiana?

 Para aquéllos que quisieran profundizar en el tema

Clave de lectura:


“¡Vigilad!” Esta es la palabra clave en el corto pasaje que la Iglesia reserva para la liturgia del primer
domingo de Adviento. Vigilar, estar atentos, esperar al dueño de la casa que debe regresar, no
adormilarse, es esto lo que Jesús pide a todo cristiano. Estos cuatro versículos del evangelio de San
Marcos forman parte del discurso escatológico del capítulo trece. Este capítulo nos habla de la ruina del
Templo y de la ciudad de Jerusalén. Jesús aprovecha la ocasión por una observación que le hace un
discípulo: “¡Maestro, mira qué piedras y qué construcción! (Mc 13, 1). Jesús, por eso, aclara las
ideas: “¿Véis estas grandes construcciones? No quedará piedra sobre piedra, que no sea demolida” (Mc
13,2). El Templo, signo tangible de la presencia de Dios en medio de su pueblo elegido, Jerusalén, la
ciudad “bien unida y compacta” adonde “suben junta las tribus del Señor, para alabar el nombre del Señor”  (Salmo 122,4), todo esto, signo seguro de la promesa hecha a David, signo de la alianza, todo esto irá a la ruina… es sólo un signo de algo que sucederá en el futuro. Los discípulos llenos de curiosidad piden al Señor sentado en el monte de los Olivos, de frente al Templo: “Dinos, ¿cuándo acaecerá eso y cuál será el signo de que todas estas cosas están por cumplirse? (Mc 13,4). A esta pregunta, usando el estilo apocalíptico judaico inspirado en el profeta Daniel, Jesús se limita sólo a anunciar las señales premonitoras (falsos cristos y falsos profetas que con engaño anunciarán la venida inminente del tiempo, persecuciones, señales en las potencias del cielo. cf: Mc 13, 5-32), “en cuanto al día y a la hora, ninguno los conoce, ni siquiera los ángeles del cielo, y ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc 13,32).
De aquí se comprende la importancia de la espera vigilante y atenta a los signos de los tiempos que nos
ayudan a acoger la venida del “dueño de la casa” (Mc 13,35). Cuando venga él, todo desaparecerá, “ el
poder de los siervos” (Mc 13,34), incluso los signos que nos ayudan a recordar su benevolencia (templo, Jerusalén, casa). Los “siervos” y el “portero” (Mc 13,34) a la llegada del dueño no mirarán ya a los signos, sino que se complacerán en el mismo dueño: “He aquí que llega el Esposo, salidle al encuentro” (Mt 25,6 + Mc 2,19-20).

A menudo Jesús pedía a los suyos que vigilasen. En el huerto de los Olivos, en la tarde del jueves, antes
de la pasión, el Señor dice a Pedro, Santiago y Juan: “ Quedaos aquí y vigilad conmigo” (Mc 14, 34; Mt
26,38). La vigilancia nos ayuda a no caer en la tentación (Mt 26,41) y a permanecer despiertos. En el
huerto de los Olivos los discípulos duermen porque la carne es débil aunque el espíritu está pronto (Mc
14, 38). Quien se duerme va a la ruina, como Sansón que se deja adormecer, perdiendo así la fuerza, don del Señor (Jue 16, 19). Se necesita estar siempre despiertos y no adormilarse, sino vigilar y orar para no ser engañados, acercándose así a la propia perdición (Mc 13,22 + Jn 1,6). Por eso “despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará” (Ef 5,14).

Oratio (Oración) ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra?
Salmo 96

¡Cantad a Yahvé un nuevo canto,
canta a Yahvé, tierra entera,
cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
Anunciad su salvación día a día,
contad su gloria a las naciones,
sus maravillas a todos los pueblos.
Pues grande es Yahvé y digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues nada son los dioses paganos.
Pero Yahvé hizo los cielos;
gloria y majestad están ante él,
poder y esplendor en su santuario
Tributad a Yahvé, familias de los pueblos,
tributad a Yahvé gloria y poder,
tributad a Yahvé la gloria de su nombre..

Traed ofrendas, entrad en sus atrios,
postraos ante Yahvé en el atrio sagrado,
¡tiemble ante su rostro toda la tierra!
Decid a los gentiles: «¡Yahvé es rey!»
El orbe está seguro, no vacila;
él gobierna a los pueblos rectamente.
¡Alégrense los cielos, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto encierra;
exulte el campo y cuanto hay en él,
griten de gozo los árboles del bosque,
delante de Yahvé, que ya viene,
viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad.

Contemplatio (Contemplación-Acción) ¿Qué compromiso nos exige la escucha de la Palabra?

La contemplación es el saber adherirse con el corazón y la mente al Señor que con su Palabra nos transforma en personas nuevas que cumplen siempre su querer. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si las ponéis en práctica.” (Jn 13,17)

Oración final

¡Oh Dios Padre!, te damos gracias, por tu Hijo Jesucristo que ha venido al mundo para levantarnos y
colocarnos en el camino justo. Cuando despiertas en nuestros corazones la sed de orar y de amor, tú nos preparas a la aurora de aquel nuevo día en el que nuestra gloria se manifestará junto a todos los santos en la presencia del Hijo del Hombre.. Amén.


Lecturas de Domingo 1º de Adviento

Ciclo B Par

1ª Lectura
ISAÍAS 63, 16B-17. 19B; 64, 2B-7
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre desde siempre es «nuestro Libertador». ¿Por qué nos extravías, Señor, de tus caminos, y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!
En tu presencia se estremecerían las montañas.
«Descendiste, y las montañas se estremecieron».
Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él.
Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti.
He aquí que tu estabas airado y nosotros hemos pecado.
Pero en los caminos de antiguo seremos salvados.
Todos éramos impuros,
nuestra justicia era un vestido manchado; todos nos marchitábamos como hojas, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a ti; pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.

Salmo Responsorial.
SAL 79, 2AC Y 3B. 15-16. 18-19
R/. OH, DIOS, RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE.
Pastor de Israel, escucha;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

2ª Lectura
CORINTIOS 1, 3-9
Hermanos:
A vosotros gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Oración para bendecir la corona del Adviento y encender el primer cirio.

Hermanas y hermanos: Al comenzar este nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento que nos llevará hasta la Navidad. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.

Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se acerca como luz esplendoroso, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado; para hablarnos al corazón y despertarnos a la Vida verdadera. ¡Ojalá sepamos aprovechar este momento!
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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