La semana litúrgica inicia el domingo, la laboral convencionalmente el lunes, pero para el Papa es diverso. Para Francisco la semana, de alguna manera comienza el viernes, el día de la compasión hacia los «invisibles», el día de la misericordia, cuando sale fuera de los muros vaticanos, con destino a la periferia. Nuestro recorrido sigue desde el viernes, el ritmo diverso de una agenda donde los compromisos son organizados en base al criterio de la caridad.
 

Ciudad del Vaticano

Una vez más la precaria situación de los migrantes en el mundo y un profundo deseo de paz movió el corazón del Papa Francisco… Esta vez lo llevó, el pasado 23 de febrero, hasta la sureña ciudad italiana de Bari en donde visitó la Catedral de San Nicolás para reunirse con 58 obispos de diócesis del Mediterráneo. Pastores que aunque procedían de diferentes puntos del mundo, estaban unidos por la misma lucha: el desafío pastoral que implica el drama, ya cotidiano, de miles de personas que intentan entrar al Viejo Continente a través de un mar que se ha cobrado la vida de miles de seres humanos. “No aceptemos nunca que quien busca la esperanza cruzando el mar muera sin recibir ayuda o que quien viene de lejos sea víctima de explotación sexual, sea explotado o reclutado por el mal” les dijo Francisco.      

Posteriormente el Santo Padre celebró una Misa en una de las principales avenidas de Bari. Ante 40 mil personas exhortó a actuar como Jesús, superando la dinámica del “ojo por ojo, diente por diente”: “Entonces, si queremos ser discípulos de Cristo, si queremos llamarnos cristianos, este es el camino, no hay otro. Amados por Dios, estamos llamados a amar; perdonados, a perdonar; tocados por el amor, a dar amor sin esperar a que comiencen los otros; salvados gratuitamente, a no buscar ningún beneficio en el bien que hacemos”.   

En cambio, el lunes 24, el Pontífice recibió a los miembros de la Asociación Pro Petri Sede, en la Sala Clementina del Vaticano. Esta asociación, desde el siglo XIX se dedica a sostener espiritual y financieramente las obras de los pontífices. A ellos, el Papa les recordó que “al centro de nuestras preocupaciones llevamos el grito de angustia de los pueblos que sufren, en particular por las guerras, los desplazamientos de personas, la pobreza y la degradación del ecosistema”.       

En la Audiencia de este miércoles 26 de febrero el Santo Padre invitó a acompañar a Jesús en el desierto a través del tiempo de Cuaresma, sobre todo dejando más espacio para la Palabra de Dios: “El camino a través del desierto cuaresmal es un tiempo propicio en nuestra vida para apagar la televisión y abrir la Biblia; para desconectarnos del celular y conectarnos al Evangelio; para renunciar a tantas palabras tanto palabrerío, y a tanta críticas inútiles para estar más tiempo con el Señor y dejar que transforme nuestro corazón”. Ese mismo día, a la tarde, el Papa Francisco se trasladó hasta la Basílica de Santa Sabina de Roma para celebrar la tradicional Misa de la imposición de las cenizas con que se da inicio al tiempo litúrgico de la Cuaresma: “La Cuaresma no es el tiempo para cargar con moralismos innecesarios a las personas, sino para reconocer que nuestras pobres cenizas son amadas por Dios. Es un tiempo de gracia, para acoger la mirada amorosa de Dios sobre nosotros y, sintiéndonos mirados así, cambiar de vida” expresó el Papa durante su homilía. Serán 40 días propicios para dejarnos reconciliar con Dios, un camino penitencial que, como recuerda el Papa Francisco, tiene como meta “la Pascua del Señor”.

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